domingo, 20 de octubre de 2013

continuacion dde la histora interminable

El amigo de mala suerte
     ¡Corre Uckuck! Que Pyernrajzark te va a ver—musitó Bubb.
Los cuatro desiguales amigos estaban jugando a las escondidas.
¾… siete, ocho, nueve, diez… ¡Listos o no, aquí voy!— Pyernrajzark termino de contar y salió en búsqueda de sus amigos.
Cerca de ellos se encontraba la Nada,  pero ellos no lo sabían. Vúschvusul sentía una terrible necesidad de  tirarse sobre el muro de árboles que no les dejaba ver más allá de cuatro metros. Sin saberlo, se sentía atraído por la Nada.
     ¡Encontrado!— gritó Pyernrajzark cundo vio a Vúschvusul.
     ¡Huyhuy! — gimió el silfo nocturno— seguramente espiaste, amigo.
A Bubb se le escapo una risita y al comerrocas se le facilito encontrarlo.
     ¡También te he encontrado!
Vúschvusul empezó a sentir, más potentemente, la necesidad de ir hacia el muro de árboles. Y, sin pensarlo, comenzó a caminar hacia ella. Uckuck se dio cuenta de esto y salió de su escondite para preguntarle qué estaba haciendo.
     ¡Te encontré! ¡Qué fácil ha sido esta partida! ¡Juguemos de nuevo!

     ¡Espera! Que no ves que Vúschvusul está yendo hacia esos árboles como si lo llamara la Na…

     ¡Alto, Vúschvusul, estas yendo hacia la Nada!!— gritó Bubb.
               
Pyernrajzark se puso delante de Vúschvusul, y Bubb y Uckuck tiraban de él. Después de un rato de estar tirando lograron apartarlo y se fueron a un lugar en el que no estaba la Nada, o al menos, eso creían ellos. 
Como ya era tarde, decidieron que era hora de comer y luego,de irse a dormir.
A la mañana siguiente se despertaron con un ruido extraño. Era como  de un pájaro, pero al abrir los ojos no vieron más que a una persona con piel con manchitas violetas y con el pelo corto por los hombros, tambien de color violeta. Era, evidentemente, un sinforma. Esas criaturas eran de las “sin mundo” y vagaban por la tierra de fantasía y el mundo de los humanos y cambiaban de forma cuando querian.
     Hola— dijo el sinforma.
     Hola— respondieron los amigos al unísono.
     ¿Quién eres?— pregunto Bubb.
     Soy Archieldo, el sinforma.
Archieldo era un sinforma y los sinforma daban mucha mala suerte. Y sin saberlo, en ese tiempo, mala suerte, era sinónimo de la Nada
—No tengo con quién quedarme. Mi pueblo fue devorado por la Nada y no tengo a dónde ir, ¿puedo quedarme con ustedes?
—Sí, claro, como quieras— respondió Uckuck.
Al paso de los días, se hicieron amigos de Archieldo. Una noche, después de comer, se fueron todos a dormir. Había algo que nadie sabía: Pyernrajzark  algunas veces era sonámbulo. Y la Nada estaba cerca.
            Esa noche Pyernrajzark tuvo una pesadilla, soño que iba hacia la nada. Pero ese sueño no era del todo soñado, realmente él estaba yendo a la nada.
            A la mañana siguiente todos se preocuparon por no encontrar al comerrocas y entonces Archieldo se confesó:
     Chicos: tengo que decirles la verdad: yo, mejor dicho, los de mi especie, traemos mala suerte, y con mala suerte me refiero a la Nada.
Todos se quedaron pasmados, no lo podían creer, cómo no se los había avisado.
     No se los avisé porque si sabían lo malo que podía llegar a ser estar con los que son como yo, quizás  no habrían aceptado quedarse conmigo, y no me gusta estar solo.

     Está bien amigo, pero tendrías que habernos avisado— dijo Uckuck sollozando.
Todo ese día los tres amigos y el sinforma se pasaron lamentando el hecho de no haber podido despedido de su amigo el comerrocas.
Esa misma noche, cuando todos ya se habían dormido, el sinforma, tratando de no hacer ruido, se fue directo a la Nada, como castigo por no haberse avisado a sus nuevos amigos acerca de su problema. Dejo que ella se lo tragara. Y así fue como se extinguió la raza de los sinforma.

FIN

miércoles, 2 de octubre de 2013

descripción de ciencia ficcion-lengua

Estábamos en el garaje del papá de Jordan Kyle. Las paredes estaban pintadas de un color azul claro y de ellas colgaban unos aparatos modernos que yo no conocía, ya que su papá es inventor. Había un abundante olor a aceite y hacia un frio que calaba los huesos. La luz blanca de la luz bajo consumo se reflejaba en los autos y me costaba ver. Había una pequeña ventana por la que entraba un poco de luz. En la esquina había un robot a medio armar del señor Kyle.